Hace unos días me invitaron a una de las sesiones de Trabajo del taller de pintura de l’Espai Maristany a cargo del equipo de profesionales de Windown, destinado a la expresión artística de persones con diversos tipos de discapacidad intelectual y física.
En alguna intervención anterior os he hablado de este espacio porque creo que utiliza una metodología que es interesante conocer para valorar las capacidades, el talento i las reacciones de estas personas cuando ven que han sido capaces de llegar donde ni ellas mismas podían pensar en hacerlo. Me sorprendió el método cuando me lo explicaron y por eso no sólo asistí, sino que cuando me ofrecieron la posibilidad de participar y vivirla desde dentro, me sentí tentado y acepté.
En un ambiente relajado y distendido compartí con un numeroso grupo de chicos y chicas la sensación de que te den una hoja de papel en blanco y te inviten a expresarte a través de él. En el primer momento siente un vacío absoluto, pero rápidamente y al enfrentarnos a la creación, siempre con el soporte y la atención de los monitores, aunque parezca diferente el mundo de la discapacidad, te das cuenta de que la barrera siempre es la misma y que el límite está en atreverse a hacerlo y luego dejarse llevar. En pocos minutos se fueron creando, poco a poco, un montón de imágenes que reflejaban cómo ven las cosas que les rodean quienes las estaban pintando y el resultado tampoco era tan diferente del que se admira en exposiciones de reputados profesionales. Me da que pensar en qué hay de alternativo en esta pintura y porqué a parte de la otra no la denominan así.